Me parece que lo más difícil que puede haber es la espera; esperar requiere muchas habilidades y cualidades, de las cuales yo poseo pocas, a mi no se me da eso de la espera, tener fe en que algo va a pasar aunque no dependa de uno, que otra persona sea la responsable, que todo se vea reducido a la decisión de alguien más y que no quede más remedio que esperar, es algo que me puede sacar de mis casillas; así como estar esperando a alguien, pienso que es debido a que soy una persona impuntual así que me choca estar del otro lado de la moneda, cuando pasa, me pongo a pensar mil tonterías y mi mente vuela divaga y nada bueno sale de todo eso; así como tampoco nada bueno sale de esperar a que se te pase la cruda o los dolores, también requiere de mucha paciencia, sobre todo cuando todavía sigue alto el nivel de alcohol en la sangre y las obligaciones llaman o algún vecino no deja de escuchar música a todo lo que da el volumen del estéreo, o no puede controlar la ansiedad de su perro que no deja de chillar como si le abrieran las tripas, ¡CESAR MILLAN DÓNDE ESTÁS CUANDO SE TE NECESITA!, las malditas obligaciones llaman en los momentos inoportunos, tanto las corporales como las otras, en esos momentos en que no se tiene deseo de hacer nada más que estar esperando a que se pase que termine el dolor, y qué se obtiene, ladridos, charangas a todo volumen: ¡que se calle el pinche perro!, ¡que le baje ese cabrón!, ¡que ya se calme la cruda!; nada bueno se obtiene de esperar a que afloje el tráfico, esperar a que avance rápido el metro, a que se llene el micro, todo eso se me hace una pérdida de tiempo: de vida; Marx dijo que el trabajo es una expresión de lo que el hombre es, de sus cualidades como ser humano, que éste debe dignificarlo y exponenciar todo su ser, su talento, imaginación, habilidad, razón, todo aquello que lo hace humano; el tráfico es pura pérdida de tiempo y humanidad, lo enojos innecesarios, el desgaste físico, la frustración, todo se une en esos momentos, ni aún siendo taxista o chofer, la capacidad humana se desperdicia, se vuelve inútil, tanto como el calor que emanan los motores, o los gritos de la gente desesperada, los bocinazos de los cláxones que demandan algo imposible: no perder el tiempo, que la espera sea menor, que la vida no se les vaya tras el volante; una demanda inútil, de que la espera termine; claro que hay muchas cosas para distraerse cuando uno espera, como libro, música en los reproductores móviles, o incluso poner en orden los mensajes del celular, fumar, comer, picarse los ojos, morderse las uñas, sonarse la nariz, mirar a la gente, pensar pendejadas, hacer planes, frustrarse; pero cuántas de esas tareas se hacen con toda la atención y no meramente como un acto reflejo que busca matar el tiempo mientras se espera, no hay nada bueno en la espera; dice la frase: "fumando espero" ¿pero qué esperar?, un cáncer, enfisema, o a la chica, chico, faje, novia, novio, que afloje el tráfico ¿que te mueras? ¡¿que se mueran todos?!, ¡que me contesten!, ¡que se calle ese mamón!, ¡que ya paguen!, ¿qué?; esperar está mal, no debería de ser así; aunque dicen por ahí que es una gran virtud saber esperar, pero ¿cómo?, ¿cómo hacerle?, si en una pelea esperas demasiado el momento preciso en el que la guardia del oponente baje y entre ese upper mortal que fracturará y noqueará a la vez, ¿qué tal que no llega?, mientras; ya te ganaron, te golpearon, perdiste, la pelea, la salud, el partido, el trabajo, a la chica, el amor, el deseo, las esperanzas; bien dicen que la mejor defensa es el ataque, o, ¿serán mis impulsos de joven que siguen ahí negándose a ceder el lugar a las canas de la experiencia y a la paciencia de la vejez?, definitivamente la paciencia no es una de mis cualidades, la intensidad es lo mío, sobre todo en las cosas que me mueven; simplemente no puedo ser de otra forma; en especial cuando espero una llamada, un mensaje, una alerta, un aviso, un correo; esperar a que llegue, caray, esperar, sólo puedo esperar, ya no se qué puedo hacer, más que repetirme: "se paciente, se paciente", pero no puedo, quiero llamar, y exigir respuestas sobre por qué no me llaman, qué tengo que aún no se pueden definir, ¿no soy suficientemente bueno?, ¿no cumplo las expectativas?, ¡¿qué?!, si me dicen juro que puedo mejorar, cambiar, incluso ser paciente, pero no con esta incertidumbre, que me corroe por dentro, ¡que extraña sensación!, desearía que un mensaje, señal o algo me quitara esta sensación, y que me haga sentir en su lugar que todo va bien, que aguante, y así, intentar mejorar y conseguir esa preciada virtud: la de la espera; pero mientras ¿qué?, sigo pensando cosas imaginando que mis insistentes intentos de comunicación me crearon una mala reputación, qué tal que ya se sabe que no soy paciente, qué tal que por eso no hay respuesta, qué hago para dejar de pensar estupideces, qué además de llenar este espacio en blanco con letras y letras, ideas sin control ni sentido, ¿qué además de eso? cada momento que pasa mis ansias crecen, mi deseo de saber aumenta, ¡ya! alguien dígame algo por favor, una señal de que lo que yo busco pasará, no quiero cambiar mis planes, venga, ¡algo!; nada aún; la bandeja de entrada sigue sin mensajes nuevos, el teléfono mostrando la misma pantalla, las horas van cambiando, y yo igual, desesperado, sin poder saber qué está sucediendo del otro lado, de ese lado misterioso, atractivo, prometedor; por favor, una señal pido ¡una señal!, ¿en qué podré entretener la mente mientras tanto?, supongo que seguir esperando, ¡MALDITA SEA!
